Corazón de perro de Mijaíl Bulgákov y Mirra Ginsburg

Leí por primera vez El Maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov en un balcón del Hotel Metropole de Saigón, durante tres tardes de verano de 1971. El aire tropical era denso y olía a cordita, escape de motocicleta, pescado podrido y estufas de leña, y el horizonte se iluminaba ambiguamente, quizá por el calor de los rayos, quizá por las bombas. Más tarde, cada noche, como era mi costumbre, me adentraba en los húmedos callejones de la ciudad, donde nadie parecía dormir nunca, y me acurrucaba en los portales con la gente para escuchar las historias de su cultura, sus antepasados y sus vidas. Bulgákov me enseñó a percibir algo en esas historias que aún no había percibido con claridad. Podría llamarse, en términos que pronto se difundirían ampliamente, «realismo mágico». La inexpresiva mezcla de lo fantástico y lo realista estaba en el corazón del mito vietnamita. Está en el corazón del espíritu de la época actual. Y no la inventó Gabriel García Márquez, por maravilloso que sea su Cien Años de Soledad. La obra emblemática de realismo mágico de García Márquez fue precedida casi tres décadas por la brillante novela maestra de Bulgákov. Ese verano en Saigón, un gato negro parlante y bebedor de vodka, un aquelarre de hermosas brujas desnudas, Poncio Pilato y todo un elenco de escritores ignorantes del Moscú estalinista y el mismísimo Satanás se instalaron definitivamente en mi inconsciente creativo. Su presencia, quizás más que cualquier otra en el ámbito literario, ha contribuido a dar forma a la obra de la que me siento más orgulloso. A menudo me piden una lista de mis autores favoritos. Este es mi consejo: lean a Bulgákov. Miren a su alrededor en el nuevo siglo. Él les mostrará lo que necesitan ver.

*Este producto se envía a través de Ingram Books y llegará por separado de los productos hechos a mano de Creative By Sanchez si no hay stock físico disponible.